Que dos y dos sean necesariamente cuatro, es una opinión que muchos compartimos. Pero si alguien sinceramente piensa otra cosa, que lo diga. Aquí no nos asombramos de nada. Antonio Machado.Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas. John Fitzgerald Kennedy
Mario trabaja desde hace 8 meses en una empresa joven, aun no tiene 10 años en el mercado. El edificio es bonito, luminoso y moderno. Todos lucen, en general, atuendos entre descontracturados e informales. Las pausas para café pueden extenderse hasta 40 minutos, y el último viernes de cada mes todos se van de la oficina tres horas antes de su horario habitual.
Todo indica que es el trabajo perfecto, sin embargo, a Mario algo le llama poderosamente la atención, frente a la mínima equivocación, mal entendido o discrepancia en las opiniones, los jefes/directivos de la empresa toman una postura realmente agresiva. Se convierten en una suerte de verdugos de quien comete el error u omite algo y los días se tornan complejos desde lo ambiental hasta lo emocional. Queda deslucido entonces, completamente, el ambiente de trabajo.
Considero que debemos poner blanco sobre negro, la gran cantidad de tiempo que pasamos en nuestro lugar de trabajo, que no estamos solos, y que las personas que trabajan a nuestros lado pueden vernos como perfectos complementos de la jornada laboral o no. Y si bien, esto puede generar inconvenientes, todo debe ser resuelto siempre en un marco de respeto y convivencia. Puesto que debe haber en nosotros una disposición a contribuir un clima laboral ameno, no sólo para la convivencia, sino para el normal desarrollo de las tareas diarias.
Actuar naturalmente es importante, pues ser genuinos evitará que tengamos que ponernos máscaras durante 8, 9 o 10 horas por día. Lo cual no es saludable para nuestra psique. Pero si somos naturalmente temperamentales, esto de seguro nos traerá inconvenientes, seamos el cadete o el dueño de la empresa.
Escuchar lo que el otro tiene para decir, admitir el error y encontrar la manera de solucionarlo, en tiempo presente y a futuro, marcan una gran diferencia en la jornada laboral. Evaluar diferentes puntos de vista, acordes o discrepantes, respecto de mi forma de pensar, y pedir una tercera opinión para comprender la situación, como ejercicio, siempre contribuirá a la práctica de la tolerancia.
Piense que en el ambiente laboral, el manifiesto de la empresa o acuerdo de convivencia, carecen de valor si un conflicto netamente laboral se torna personal, agresivo o se considera la palabra/ postura personal de uno como verdad absoluta.
Tres sugerencias para hacer la jornada laboral mucho más tolerable y productiva:
- Respetar la diversidad de ideas, formas de realizar el trabajo y solucionar problemas.
- No generar conflictos innecesarios, exagerando situaciones o cargando de responsabilidad a una persona en particular.
- Aprender a escuchar y valorar los diferentes puntos de vista, tan disímiles como personas trabajen en el lugar.
Recuerden que tolerancia es “Respeto o consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras”.
Además, ser tolerante nos lleva a promover la diversidad de opinión y la participación de quienes integran el ambiente de trabajo, sino que añade un valor agregado de compromiso para con las actividades diarias, las personas con quienes trabajamos y la empresa en general.